Desde ese primer grito, desde ese
primer bofetón, los cimientos de lo que antes había sido su amor se
resquebrajaron irreparablemente. Ana tomó una decisión. No quería
que aquello se prolongase transformándose en una cruel agonía.
Aquella noche, mientras su marido dormía, se levantó, fue a la
cocina y tomando una sartén, le golpeó la cabeza, le arrancó el
corazón, lo cocino y se lo comió sin rechistar.
©Richard
Anthony Archer 2012
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