<<Lo llevó a Jerusalén, lo puso
en el alero del templo y le dijo: "Si eres Hijo de Dios, tírate
de aquí abajo, porque está escrito: le encomendará a sus ángeles
para que te guarden, le llevarán en sus manos para que no tropiece
tu pie en piedra alguna". Jesús le respondió: "Eso está
hecho" y se lanzó sin miramientos. Se metió tal hostia que su
cuerpo dejó un cráter de 14 centímetros de profundo. Uriel, que se
encontraba justo abajo, en la trayectoria, se apartó a tiempo.
"¡Serás cabrón!" gritó a Lucifer que se partia de la
risa en lo alto del edificio. "¡Y tú, pringao ya te vale!"
le espetó a los restos del Nazareno, que ahora parecía una tortilla
de dos huevos espachurrada y sanguinolienta.>>
©Richard
Anthony Archer 2012
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