Erase un planeta de bizcocho, fresa y
crema; con ríos de regaliz, nubes de azúcar, campos de chantillí y
piedras de caramelos. Las montañas eran helados de crocanti y los
mares gelatina de mil sabores que rompían en grandes playas de
sidral. El orgullo de sus habitantes. Fijaos si lo amaban que incluso
sacrificaban sus vidas muriendo de hambre con tal de no comérselo y
dañar el ecosistema.
©Richard
Anthony Archer 2012
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