A Juan D. le crecieron los brazos de
tal forma que tuvieron que cortárselos porque desequilibraba la
órbita de la tierra. El problema era que cuanto más se lo cortaban
más rápido le crecían de nuevo y cada vez mucho más largos. La
opción final fue cortarle el cuello, así que le metieron la cabeza
en una guillotina y le dieron un buen tajo. Al día siguiente no solo
había apareció una nueva cabeza, sino que de la cortada y de los
brazos amputados habían apareció tres nuevos cuerpos con unos
brazos tan largos que acabaron por empujar a la tierra fuera del su
trayectoria y precipitarla sin remedio hacia el sol.
©Richard
Anthony Archer 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario