─ Ven, acércate... ─le dijo el
moribundo a la niña.
Elenita caminó temerosa hacia la cama.
Conocía el señor Pons de toda la vida. Era casi un padre para ella
pero la muerte se le reflejaba en la cara perfilando sus facciones
otrora regordetas y llenas de lozanía.
─ Dáme la mano... Quiero decirte
algo.
Su voz era casi un susurro y su
respiración sonaba como cuando ella pillaba un catarro y su garganta
rugía sin poder evitarlo.
─Me voy Elenita. Me estoy muriendo.─
Tosió ─ ¿Sabes lo qué significa?
─Sí... Lo sé. ─ Contestó la niña
tratando de contener las lágrimas. Acto seguido se subió a la cama
y le dio un fuerte abrazo. Su madre trató de separarla. El señor
Pons le hizo un gesto y la mujer la dejó en paz.
─ Lo que quiero decirte es muy
importante. Es algo que no has de olvidar nunca. ¿Me lo prometes?
─ Sí, lo prometo.─ Sollozó la
pequeña mientras abrazaba su pecho.
El hombre acercó su boca al oido de la
niña y le musitó algo. Una cosa que sólo ella pudo escuchar. La
niña reaccionó de inmediato dando un grito, saltando de la cama y
desapareciendo de la habitación completamente desquiciada. Su madre
corrió tras ella.
La encontró en la cocina. Acurrucada
bajo la mesa. Apretaba con los brazos las piernas. Escondía la
cabeza entre el hueco de las dos rodillas. Lloraba sin parar.
─¿Qué ha pasado? ¿Por qué lloras?
¿Qué te ha dicho el señor Pons que te ha impresionado tanto?
─ ¡Mamá!─ Gritó la niña y se
lanzó a sus brazos.
─ No pasa nada. Todo va bien...
─ ¡No quiero que se muera! ¡Mamá
por favor haz que no se muera!
─ Eso es inevitable cariño, no hay
marcha atrás. Al señor Pons le queda muy poco de vida.
De repente la señora Cristina, vecina
del quinto entró en la cocina en un mar de lágrimas.
─ Acaba de morir... ─ anunció.
Elenita la miró aterrada. Rompió a
gritar y a patalear.
─ ¡No se puede morir! ¡No mamá,
haz que vuelva por favor!
─ Ya se que lo querías mucho mi amor
pero...
─ ¡Noooo nooooo hazque vuelva a
viviiiiiiir!
─ ¡Ya basta! ¿Me quieres decir por
qué ese afán por resucitar al pobre señor Pons?
─ Es por lo que me ha dicho mamá.
¡No puede morirse!
─ ¿Por lo qué te ha dicho? ¿Y que
es esa cosa tan importante que te ha confesado niña?
─ ¡Pues me ha amenazado con que una
vez que él muera su espíritu vendrá cada noche a mi cama y me
tirará del dedo gordo del pié!
©Richard
Anthony Archer 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario