Mientras caía al vacío le entraron
unas ganas irremediables de estornudar. Tenía pocos segundos para
decidir si lanzar el estornudo y manchar las ventanas recién limpias
del rascacielos o tratar de salvar su vida adhiriendo el hilo de
mocos al edificio y posteriormente trepar por él tal y como hacía
el hombre araña en los tebeos de su hijo.
©Richard
Anthony Archer 2012
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