Mamá nunca me dejaba jugar con Ángela.
Decía que mi hermana estaba muy delicada, que una simple brisa de
verano podría ocasionarle serios problemas de salud. Yo me aburría.
Mucho. Por eso decidí raptarla. Por la noche, mientras todos
dormían. Ahora jugamos juntas. A todas horas. Ella en su lecho bajo
tierra y yo sobre ella tejiéndole coronas de flores.
©Richard
Anthony Archer 2012
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