Oh pedo, kamikaze de los intestinos,
rémora de los excrementos, tu perfume anticipas su llegada al final
del camino; Eres el eructo del ano, la voz de nuestro culo, la
trompeta del juicio final. Tú que impulsas nuestro caminar, que
causas risas, vergüenza y escándalo a partes iguales. Tú, ese gran
invisible incomprendido.
Hay mares salados, dulces y también
mares humanos, hay piscinas como mares y embalses que son mares en
mitad de la montaña, sobre todo si eres una hormiguita, lo mismo
pasa con los charcos o los vasos de agua si eres una bacteria. Si
bebemos nuestro estómago se vuelve un mar tempestuoso que pide
escaparse a través de los riñones y regresar al todo.
©Richard
Anthony Archer 2012
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