La perra salió disparada hacia la
puerta de la calle. Era un animal muy educado y nunca hacia sus
necesidades dentro de casa. En cuanto entró en el pipi can sus
esfínteres se abrieron y dejaron todo inundado de orines y heces. Su
dueño la miró alucinado. Suerte que no tenía que recoger eso. La
perra también le miró. Con odio. Hacia como dos semanas que se
había olvidado de sacarla a pasear todo por culpa de Facebook.
©Richard
Anthony Archer 2012
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