jueves, 14 de noviembre de 2013

El Arte de la Guerra

Pletonio II gozaba matando a los niños de sus enemigos con sus propias manos. Una tarde, en el campamento apareció su sirviente con un joven rubio como el sol y de piel blanca como la leche.
─Señor le traigo...
De repente se abalanzó sobre el querubín. Tras varios golpes de espada lo dejó desparramado por toda la tienda.
─ ...a su único hijo el joven Antonio. Deseaba compartir con su padre el arte de la guerra.

©Richard Anthony Archer 2012


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