Pletonio II gozaba matando a los niños
de sus enemigos con sus propias manos. Una tarde, en el campamento
apareció su sirviente con un joven rubio como el sol y de piel
blanca como la leche.
─Señor le traigo...
De repente se abalanzó sobre el
querubín. Tras varios golpes de espada lo dejó desparramado por toda
la tienda.
─ ...a su único hijo el joven
Antonio. Deseaba compartir con su padre el arte de la guerra.
©Richard
Anthony Archer 2012
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