jueves, 14 de noviembre de 2013

El Hombre que Vendió su Barriga

Erase que se era un señor muy gordo que decidió poner en venta su barriga. En realidad hacía mucho tiempo que quería deshacerse de ella porque no... (¡Huy, esperad que me llaman por teléfono!)
Pues bueno como iba diciendo...
... era justo ver que en la calle tanta gente delgada y con cara de apesadumbramiento. ¡Es que había mucha hambre! Y como él siempre había sido una persona muy... (¡Joder, otra vez el telefono!)
A lo que iba (aprovechando que he dejado el teléfono descolgado)
...solidaria, a pesar de pertenecer a una familia muy poderosa, con grandes influencias en el campo de la política y la economía de su país. Así pues, decidió crear una ONG donde él se ofreceria a donar su grasa de forma completamente altruista a aquellos que les hiciese falta y... (esperad que me está sonando el móvil)
Bueno, yastá!!!! Teléfonos apagados.
...no tuvieran nada con lo que poder engordar ya que apenas había comida (toda la tenian los ricos como él) La iniciativa fue exitosa. Las colas de pobres, delgados y desmejorados, era tan larga que parecía no tener fin. El hombre iba donando su grasa, conectado a modo de bypass desde su tripa a la de los necesitados, mientras... (¡JODER! ¡JODER! ¡JODER! ¡Ahora la puta puerta!)
...por otro lado una máquina se encargaba de alimentarlo casi las 24 horas, los 7 dias de la semana. Hombres, mujeres, niños y niñas se agolpaban noche y día. La mayoría se iban satisfechos con sus panzas bien repletas. Con el tiempo llegaron a tomarlo como un dios y venían de todas partes del mundo a...
(Ups un retortijón enseguida estoy de nuevo con vosotros)
(uff que mal momento he pasao)
...adorarle. Su camilla era un templo, adornada con flores y velas de todos los colores. Cuando llovía un ejercito de paragüas le cubría mientras él iba engullendo manjares y la grasa iba saliendo de su cuerpo sin cesar. Un día comenzó a suceder algo extraño...
(¡Coño que se había olvidado que tenia la sarten al fuego!)
...aquellos que recicbían su grasa enfermaban y morían. Él también tardó en padecer los primeros síntomas pero de forma más leve. De repente nadie quería verlo y comenzó a recibir insultos y amenazas e incluso agresiones anónimas en forma de pedradas. Una tarde se le acercó un hombre...
(Pues no era sed)
...alto y aspecto elegante. Se plantó frente a él y dijo:
─ ¿Quién se cree que es tratando de devolver la felicidad a quienes nos alimentan, incluido usted mismo? No tiene ningún derecho a cambiar aquello por lo que hemos luchado tanto tiempo.
Acto seguido chascó los dedos. Dos hombres aparecieron en escena y se llevaron al hombre gordo en un coche y nadie lo vio jamás.  

©Richard Anthony Archer 2012

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