Erase que se era un señor muy gordo
que decidió poner en venta su barriga. En realidad hacía mucho
tiempo que quería deshacerse de ella porque no... (¡Huy, esperad
que me llaman por teléfono!)
Pues bueno como iba diciendo...
... era justo ver que en la calle tanta
gente delgada y con cara de apesadumbramiento. ¡Es que había mucha
hambre! Y como él siempre había sido una persona muy... (¡Joder,
otra vez el telefono!)
A lo que iba (aprovechando que he
dejado el teléfono descolgado)
...solidaria, a pesar de pertenecer a
una familia muy poderosa, con grandes influencias en el campo de la
política y la economía de su país. Así pues, decidió crear una
ONG donde él se ofreceria a donar su grasa de forma completamente
altruista a aquellos que les hiciese falta y... (esperad que me está
sonando el móvil)
Bueno, yastá!!!! Teléfonos apagados.
...no tuvieran nada con lo que poder
engordar ya que apenas había comida (toda la tenian los ricos como
él) La iniciativa fue exitosa. Las colas de pobres, delgados y
desmejorados, era tan larga que parecía no tener fin. El hombre iba
donando su grasa, conectado a modo de bypass desde su tripa a la de
los necesitados, mientras... (¡JODER! ¡JODER! ¡JODER! ¡Ahora la
puta puerta!)
...por otro lado una máquina se
encargaba de alimentarlo casi las 24 horas, los 7 dias de la semana.
Hombres, mujeres, niños y niñas se agolpaban noche y día. La
mayoría se iban satisfechos con sus panzas bien repletas. Con el
tiempo llegaron a tomarlo como un dios y venían de todas partes del
mundo a...
(Ups un retortijón enseguida estoy de
nuevo con vosotros)
(uff que mal momento he pasao)
...adorarle. Su camilla era un templo,
adornada con flores y velas de todos los colores. Cuando llovía un
ejercito de paragüas le cubría mientras él iba engullendo manjares
y la grasa iba saliendo de su cuerpo sin cesar. Un día comenzó a
suceder algo extraño...
(¡Coño que se había olvidado que
tenia la sarten al fuego!)
...aquellos que recicbían su grasa
enfermaban y morían. Él también tardó en padecer los primeros
síntomas pero de forma más leve. De repente nadie quería verlo y
comenzó a recibir insultos y amenazas e incluso agresiones anónimas
en forma de pedradas. Una tarde se le acercó un hombre...
(Pues no era sed)
...alto y aspecto elegante. Se plantó
frente a él y dijo:
─ ¿Quién se cree que es tratando de
devolver la felicidad a quienes nos alimentan, incluido usted mismo?
No tiene ningún derecho a cambiar aquello por lo que hemos luchado
tanto tiempo.
Acto seguido chascó los dedos. Dos
hombres aparecieron en escena y se llevaron al hombre gordo en un
coche y nadie lo vio jamás.
©Richard
Anthony Archer 2012
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