La casa tenía otra extraña
particularidad: podía transformarse. A veces aparecían nuevas
habitaciones o incluso pasillos donde antes había una pared. Pero no
sólo era eso, dichas estancias se llenaban de habitantes. Era gente
como nosotros, algunos permanecían ajenos a nuestra presencia; otros
interactuaron con la familia. Como si nos conocieran de toda la vida.
Lo raro era que nos parecía lo más normal del mundo.
©Richard
Anthony Archer 2012
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